3 may 2013

No somos números


No somos números. Somos personas.
La primera vez que lo dije noté esa sensación de injusticia que de vez en cuando me visita. Repetí la oración en voz alta en mi habitación, mirando el periódico. Me imaginé que si hubiera habido alguien a mi lado me habría mirado con una cara realmente extraña. Tal vez la que tienes ahora.
En mi cuarto le añadí teatralidad, un tono glaciar, pero aquello fue a parar a la nada. Supongo que hoy estás leyendo esto porque quiere remediar mi error. Quiero que nos demos cuenta de un problema que llevamos arrastrando demasiado tiempo.
El ser humano tiende a simplificarlo todo. Corre y busca cualquier noticia si no me crees. No hablan de personas, hablan de cifras, de dinero, de popularidad. No importan las vidas. Da igual si dicen que «x despedirá a 100 trabajadores», o si afirman que «el huracán dejó a miles de familias sin hogar», «hay x miles de presos de conciencia en el mundo», «allí te matarían por ser diferente, como a los cientos de personas que han asesinado», «repatriaron a x inmigrantes». No ves personas, ves números.
Saltan de historia en historia sin observar a los personajes, sin respirar el aire que los rodea, sin adentrarse en su corazón para comprender sus miedos o alegrías. Informan como si todos los problemas y felicidades se situaran en un lugar lejano poblado de gente extraña. Y nosotros, desde el sofá, lo comentamos como si viéramos una simple película. ¿Qué hacemos, realmente? Repetir entre dientes cifras, cambiar de canal porque, bah, ¿qué más te da todo eso? ¿Vamos a llorar o reír por unos simbolitos matemáticos?
Pues sí, deberíamos, sí. Porque hay personas que, sin trabajo, deben abandonar sus sueños; que sin casa duermen bajo las estrellas; gente que ve su vida pasar en una celda por el simple hecho de haber dicho la verdad; que mueren a manos de unos intolerantes, perdidos en una memoria que no es de nadie; que terminan con sus esperanzas de comenzar una vida mejor.
Una vida, una simple vida debería importar más que todo el oro del mundo. La libertad para elegir, el universo. Una mano que se tienda para ayudar, es algo incalculable.
Por favor, recuérdalo. No somos números. Somos seres humanos que sienten, piensan, juegan, lloran, ríen. Y se quedan de brazos cruzados.