4 jun 2013

Las notas no lo son todo en la vida

NOTA: Esto fue un «paréntesis» para una «filóloga pontencial» (¡no reprimida!) que escribí el año pasado. Ella sabe quién es. Mando saludos. Mis opiniones en este tema no han cambiado desde entonces: se lo quiero dedicar a todos aquellos que se enfrentan a la PAU, a recuperaciones o…a cualquier tipo de examen.

En esta sociedad tan competitiva parece que lo único importante es el dinero: «Compra, compra para ser feliz (jeje, pringado, ¡es mentira! Solamente queremos tu pasta)» o «¿Qué tengo que hacer para vivir? Estudiar, trabajar, trabajar para vivir, para tener dinero, poseer capital para poder sobrevivir, perder mi vida entre días de estrés y miedo para tener euros, morir sin haberme atrevido a vivir».
Gracias a los dioses, a un iluminado se le ocurrió sentenciar que «el dinero no da la felicidad». Tenemos este problema resuelto. Pero déjame llevar ahora este ejemplo a otro lugar.
El instituto, o la universidad, es una microsociedad donde a veces parece que las notas son lo único que cuenta, junto con la popularidad. Déjame ser el inspirado aquí y decir que «las notas no lo son todo en la vida».
Sé que un 10 puede hacerte bailar de alegría, o un 0 tirarte desde el acantilado más alto, donde parece que la luz desaparece y solamente reinan las tinieblas. Sé que creer ver la defraudación en los ojos de tus profesores, padres o compañeros es como un navajazo en tu alma, y ver su felicidad ante tu trabajo un bálsamo curativo.
Llegados a este punto, veo varios problemas. El primero, que las notas se comportan como el dinero: con mucho puedes llegar alto, pero también ser infeliz. La felicidad, al fin y al cabo, no depende de ello.
En segundo lugar, que considero totalmente ilegítimo que alguien, por poderoso que sea, por mucho que lo quieras, decida ponerte un listón a una altura difícil, inalcanzable o imposible. No es justo tener que superar, además de nuestros propios retos, los que otros han decidido por nosotros.
Y hay algo curioso aquí: las personas nos equivocamos al juzgar. El gran Bécquer fue rechazado en su época, mientras ahora todos lo tenemos que estudiar como un escritor de prestigio. El ámbito académico es algo tan impreciso para saber si alguien es un genio como…un ladrillo. A ver, ladrillo, dime, ¿este alumno llegará a algún lugar? ¿Debemos desmotivarlo por el camino? Podemos decirle que los exámenes serán imposible para que abandone. ¿Lo hacemos?
Y el ladrillo, si tuviera ojo crítico, diría que con desmotivación y amenazas nada funciona, y que no se puede saber el futuro de alguien por un examen. Así que, antes de pasar a la tercera cuestión, recuerda esto: nadie puede ver tu alma ni tu ser entero, ni tan siquiera las potencialidades que posees, ni tus ideas magníficas ni malévolas, por lo que nadie, absolutamente nadie, debería agobiarte con sus juicios parciales.
Tercer problema: vale que las notas determinan el futuro (las de la PAU para entrar en determinada carrera, las de la universidad para conseguir determinadas becas) pero existen cosas el triple de importantes. Justicia, igualdad y tolerancia como derechos a conseguir; motivaciones, sueños y anhelos por los que luchar; entusiasmo, amor y alegría como sentimiento sublimes.
Y las personas. No te puedes olvidar de las personas. Incluso cuando parece que el universo entero de ha dejado de lado, hay alguien que desearía consolarte y compartir su tiempo contigo. Alguien que en algún momento balanceará tu alma entre sus manos y a quien se le iluminarán los ojos al verte sonreír.

Hazme caso. Los estudios son importantes, pero no lo son todo en la vida. Deberías sentir orgullo por ser la persona que eres. Si te has esforzado, tu conciencia debería estar tranquila. Sé valiente. Sé feliz.

PD. La PAU no es tan difícil como la pintan, si estudias apruebas :)

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